domingo, 13 de abril de 2014

Amor maduro

En la verdadera relación tiene que haber 
integración de dos integridades y no absorción. 
Tiene que haber unión, no identificación, 
porque en toda identificación cada uno pierde su identidad. 
En la absorción se da un desdichado juego 
de pertenencia y posesión. 
Ambos sujetos son dependientes. 
Ninguno de los dos puede vivir sin el otro. 

Los dos tratan de escaparse del aislamiento, 
el uno haciendo del otro una parte de sí mismo 
y el otro haciéndose pertenencia. 
Persona madura es aquella que no domina ni se deja dominar. 
Relación madura supone, pues, apertura o movimiento
hacia un «tú», pero salvaguardando mi integridad, 
siendo yo mismo. 

Como dice Fromm, «esta relación constituye 
la paradoja de dos seres que se convierten en uno, 
y no obstante, siguen siendo dos».

En una palabra, nuestra relación debe constar de oposición y de implicación.

                                                                               Ignacio Larrañaga

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